miércoles, 3 de diciembre de 2014

A vueltas con la evaluación - Comentario a @xarxatic

El texto que sigue es "un pronto" que me ha surgido a raíz de la lectura del post de Jordi Martí (@xarxatic) "La evaluación: reflexiones finales", y de otras situaciones vividas hoy en el instituto relacionadas con los informes y más informes que tenemos que redactar sobre los alumnos.


Fuente: www.aprendoconlacalesa.es


Hola Jordi.
Como dices, se acerca en todos los centros el momento de introducir o cantar las notas de los alumnos en las tediosas sesiones de evaluación.
Yo, que no sé evaluar de ninguna manera que me deje medianamente satisfecho, también me iré de vacaciones con mis 135 alumnos traducidos a 135 cifras.
De esos 135 alumnos ya conocía a cien de cursos anteriores y te voy a confesar una cosa: a la mayoría de ellos le podría haber puesto la nota antes de impartir ni una sola clase sin desviarme significativamente de la que van a llevar a casa por Navidad, aunque haya excepciones que no llegarían al 5%. Tales son las sorpresas que nos puede deparar seguir con la inercia en las formas de evaluación que tenemos.
Hace unos años disfruté un año sabático y fui sustituido por un compañero muy trabajador que evaluaba de forma mucho más objetiva que yo si comparamos nuestros planteamientos. Todo era registrado, todo era vinculado a criterios de evaluación, todo era estudiosamente ponderado. Cuando nos encontramos en septiembre en el centro vi la hoja de cálculo en la que todos esos cientos de anotaciones se traducían en una nota final. A modo de juego, antes de ir abriendo las pestañas que correspondían a cada uno de los alumnos, yo le iba cantando la nota que habían obtenidos. Las acerté en casi un 90%. Es decir, fui capaz de "adivinar" las calificaciones de 100 alumnos a los que no había dado clase ese año pero sí en cursos anteriores. Ambos nos miramos sin saber muy bien a qué podía deberse mi capacidad adivinatoria.
Los contenidos, las clases, las herramientas de evaluación de este profesor diferían mucho de los míos, pero los resultados de los alumnos no.
Algo estamos haciendo de forma equivocada, algo que no sé si sabemos localizar, algo que es, en el fondo y en la forma, una cuestión metodológica. El cambio que urge es metodológico y debe ir encaminado a mejorar el aprendizaje de los críos y solo puede ocurrir en el aula, en el patio y en el gimnasio en nuestro caso. Pero el cambio que se nos impone es, en mi opinión, “burocratizante”. Poco menos que nos dicen: mientras tengas todos los documentos en regla, entre ellos los relativos a la evaluación, da igual lo que hagas en clase.

Un saludo y mil gracias de nuevo por compartir tus reflexiones.


2 comentarios:

  1. Supongo que la capacidad de "adivinación" debería ser algo habitual en la mayoría de docentes (y lo es). Lamentablemente algunos (y no pocos) se empeñan en seguir haciendo maravillosas tablas, porcentajes fantásticos y, como no, obteniendo como resultado de lo anterior decimales maravillosos.

    No tengo claro qué modelo es el mejor para evaluar a los alumnos. Lo único que tengo claro es que lo que tenemos ahora chirría en exceso. Números traducidos a letras. Números que poco indican. Números que, por burocracia o porque siempre se ha hecho así, priman la calificación frente a la evaluación de aprendizajes (¿progreso?).

    No lo sé. Yo este curso al final he optado por una evaluación entre pares con mis alumnos (ausencia de la mayoría de padres en el intento -por tanto fracaso en esa parte-) y los resultados son los mismos en la mayoría de casos de lo que tenía en mente. Así que... planteando muchas cuestiones.

    Un saludo y muchas gracias por la carta.

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  2. Es curioso que cuando la evaluación es entre pares los resultados son parecidos a los que provoca la valoración del profesor. Sin embargo, cuando es autoevaluación, los resultados se ven inflados en exceso.

    En relación a los maravillosos decimales, estoy deseando que lleguen los estándares ;-)

    Un saludo.

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